Tras una semana de excavación, los trabajos han comenzado a dar sus frutos y empiezan a identificarse hallazgos significativos. Como se observa en la imagen, una vez levantados los niveles de disgregación del derrumbe de la Estancia IV, comienzan a evidenciarse las huellas de destrucción debida muy probablemente al asalto de tropas romanas sobre la ciudad a finales del siglo III a. C. durante la Segunda Guerra Púnica.
Dentro de la “Casa del Incendio”, en la Estancia IV, hemos detectado una estructura de adobes de envergadura considerable que parece corresponder a un banco corrido, adosado al muro oriental de la habitación. Éste se encuentra parcialmente afectado por la caída de los muros, especialmente en su borde, perfectamente observables en el ángulo suroriental de la estancia. En este derrumbe se localizan adobes bastante bien conservados, evidenciando la técnica constructiva de la pared meridional de la habitación, a la cual corresponde la caída.
Este nivel de destrucción ha sido identificado en otros puntos del yacimiento, algunos colindantes a la actual excavación, correspondiendo siempre al momento a partir del que se constata un abandono generalizado del yacimiento sólo interrumpido por frecuentaciones muy puntuales: El enclave se volverá a reactivar a partir de inicios del siglo I a. C. como lugar estratégico en el escenario de las guerras civiles romanas de aquel periodo cronológico.
No cabe duda de que la arqueología nos permite conocer el pasado. Pero, ¿no es hilar muy fino relacionar esos restos de destrucción con un ataque de tropas romanas?